Tienes forma
de hombre pero eres un simple USB. Pese a tu forma de hombre no eres más que
eso, un simple y mero USB. Me pregunto si algún día podrás plantearte algo
parecido sobre mí, si llegará el día en el que tú u otros como tú os
cuestionéis sobre nuestra supuesta complejidad, y digo supuesta, perdona,
porque todavía no se ha demostrado que podamos ser mucho más que seres
pensantes que no atinan en pensar bien.
Pero volvamos
a hablar de ti, de ese color granate que, me consta perfectamente, paseas por
tantos y tantos puertos, de esos ojitos diminutos y cuadrados que sé muy bien
que no miran, que ni siquiera atisban, ¡pero si no son ni ojos! Probablemente detrás de ellos solo haya un
circuito incapaz de sentir la más vaga de las sensaciones. ¿Te voy a culpar por
ello?, no querido, no puedo menospreciarte por ser ajeno a tu vida, al fin y al
cabo, ¿no lo somos todos, ajenos a nuestras vidas?
¿Sabes?,
siempre me ha gustado la antropología, pienso a menudo en aquello que nos hace
distintos a unos hombres de otros, y todavía no sé lo que es, no acierto a determinar cuál es la razón que justifica
el eterno debate sobre la diversidad y otras pamplinas, permíteme que lo diga
así, de forma tan basta. En mi opinión
la naturaleza no es problemática, no encierra nada porque sencillamente es lo
que es, lo demás son conjeturas, explicaciones que sí, es cierto, podrán dar
cuenta de mucho, o tal vez de nada, ¿pero vale la pena seguir por ese camino?
Qué vas a
responderme tú, que no tienes ni boca... Por otro lado, eres capaz de almacenar y de disponer de
mucha más información que yo... Te confieso que apenas he sido capaz de
aprenderme a lo largo de la vida tres o cuatro poemas de poco más de veinte
versos. Mi memoria se desvanece cada mañana, cuando despierto y me doy cuenta que
ya no recuerdo ni quien era ayer. A vosotros, lo sé, no os pasa lo mismo,
estáis programados, no podéis ser menos de lo que simplemente sois, pero quizá
algún día las cosas cambien y os hagáis con el mando de la situación. Entonces
os compadeceré. Pensándolo bien, preferiría que fueseis vosotros quienes nos
gobernaseis, que fueses tú, concretamente, quien, en el más sepulcral de los
silencios decretases leyes y guiases al mundo a otro sitio, da igual, a
cualquier otro sitio distinto al que ahora nos dirigimos. Os cambiaría sin pensarlo por todos aquellos
que ostentan actualmente cargos de poder. El poder enturbia la razón, y por
suerte, tú, todavía no la posees.
A veces me
siento triste, pero supongo que, el que te diga esto, para ti, es lo mismo que
para mí cuando me dices que a veces te sientes 1, ¿qué sentido tiene que
hablemos? Tu lenguaje es distinto, desciende del mío, pero paradójicamente soy
incapaz de descifrarlo, me siento como un imbécil cuando tras concederme una
tarde de provechoso trabajo me doy cuenta que ni nos conocemos.
Te voy a
llamar César, ¿te gusta?, ya me lo dirás en un futuro, cuando en vez de
montañas y de mares tengamos infinitos pulsadores que camuflarán ingentes
circuitos de un mundo enteramente computarizado, cuando en vez de la corteza,
del manto y del núcleo de la tierra quepa hablar más bien de su sistema
operativo y de su última actualización. El mudo, créeme, será eso, el más
increíble ordenador que jamás el hombre haya conocido.
Te dejo ahí,
César, ¡qué ilusión me hace pronunciar tu nombre!, que sigas sosteniendo sobre
tu testa esa especie de cuadrado que tan bien te sienta, como si fuese un
sombrero a la última moda que impidiese que de tu cabezita se escapasen tus más
descabelladas ideas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario